Todos los números en Epec son gigantescos. Maneja un presupuesto de 4.800 millones de pesos, el equivalente a un tercio del presupuesto de toda la provincia. Tiene 3.600 empleados que cobran un salario promedio de 11.200 pesos al mes. Pero tienen los 12 salarios del año, uno más por el aguinaldo y 3,5 más por la Bonificación Anual por Eficiencia (BAE), lo que hace 16 sueldos y medio. Si a eso se le suman las contribuciones patronales (25 por ciento) más otros ítems como fondo de capacitación, fondo tecnológico y otros, el gasto anual para 2011 arranca en 840 millones de pesos, más los aumentos que se negocien en el año.
La cifra equivale a un tercio de lo que costó la autopista Córdoba-Rosario y supone casi 20 mil pesos de costo mensual por empleado que pagan íntegramente los usuarios. La cifra es tan alta que le restan margen para hacer las inversiones urgentes que requiere la red para que no colapse cuando caen 26 milímetros en la ciudad, como pasó el lunes, o se agrave más todavía cuando caen 60, como ocurrió ayer, con vientos de apenas 30 kilómetros.
Gigantesca será también la inversión en la nueva central de Pilar – que la asume la Provincia-, que especialistas dicen que terminará costando más de 800 millones de dólares, y que será pagada, a la corta o a la larga, por todos los contribuyentes que también son usuarios de Epec.
Y ahí aparece una discusión que podría tener ribetes filosóficos si no se tratara de una empresa pública que maneja el poder político prácticamente sin participación ni control ciudadano.
¿Era esa la mejor inversión? ¿Se debía apostar semejante cantidad de dinero (casi otra autopista a Rosario) para asegurarse una generación de 466 megas? Algunos defienden cierta independencia energética que se gana con Pilar (esa energía va directamente a Córdoba y no “sube” al sistema nacional) y otros dicen que la generación debe ser negocio de otros actores y que Epec debe abocarse a distribuir bien la energía a hogares e industrias. Y dan otra pista: si se hubiera optado por ampliar los transformadores de Malvinas Argentinas y Arroyo Cabral, con 40 millones de dólares se hubiera solucionado el problema, ya que Córdoba tendría capacidad para tomar del sistema interconectado igual energía que le aportará Pilar.
Esa decisión –el cinco por ciento de lo que costará la Central del Bicentenario– le hubiera permitido enterrar muchas de las peligrosas líneas de baja tensión que se enredan en los árboles de la ciudad.
Otro número gigantesco en Epec es lo que ha aumentado el costo de la energía para el usuario: la tarifa escaló 315 por ciento para el escalón más bajo de consumo. Los escalones siguientes treparon 200 por ciento. Si bien estuvo congelada hasta el año 2009, el rezago ya no es excusa porque la boleta se actualizó mucho más que la inflación acumulada desde 2002, y en ese plazo agregó el Fondo del Fuego y los cargos para Arroyo Cabral, para nuevas redes y para obras del norte, todas pagadas por los usuarios, aun por los que no tienen luz. Y falta más: desde el martes próximo, rige otra suba del 11,2 por ciento.